Abordaje de las dificultades en infancia y adolescencia en Centre de Terapia Breu
Abordaje de las dificultades en infancia y adolescencia en Centre de Terapia Breu
(Escrito por Bet Font)
Miedos, falta de confianza, dificultades relacionales, ayuda en momentos puntuales de estrés, duelos o acomodaciones a situaciones críticas… No es raro que nos consulten acerca de si atendemos a niños y niñas en nuestro centro, si los vemos con sus padres o al formato de entrevista que utilizaremos para trabajar la situación. En cualquier caso el enfoque que utilizamos es de terapia familiar breve y, por tanto, tiene en cuenta la totalidad del sistema implicado y sus interrelaciones.
Atendemos a los niños cuando tienen una queja o quieren ser ayudados en una dificultad que ellos mismos vivan como tal o bien cuando consideramos que esa será la estrategia eficiente que requerirá la situación concreta considerando a los diferentes miembros de la familia y su posición respecto la dificultad, lo cual determinamos a partir de una primera entrevista conjunta con los afectados que se presten a colaborar.
Puede parecer una obviedad, pero a menudo encontramos preocupaciones por parte de un padre o de una madre que no son sentidos como dificultad por el propio hij@ u otros miembros de la familia. De ser así, los críos podrían mostrarse reacios o pasivos a movilizarse para el tratamiento. Sin ir más lejos, un ejemplo frecuente lo encontramos cuando un padre pierde pie en su autoridad como tal y te trae a su hijo porque no le hace caso o cuando una madre padece por los miedos de su hija, por su timidez, por sus recurrentes errores o su falta de esfuerzo en las tareas escolares o la colaboración en casa. Estas y muchas otras dificultades que generan sufrimiento en la familia o en algunos de sus miembros son las que cabe preguntarse si el niño o adolescente señalado como paciente identificado está motivado para trabajarlas y en qué términos.
En nuestra experiencia como profesionales y, especialmente, teniendo en cuenta el enfoque de terapia breve según el cual la predisposición al cambio que se quiere efectuar es un elemento clave para la intervención nos conduce en no pocas ocasiones hacia el trabajo indirecto con los adultos. Por otro lado consideramos que la normalidad del niño o de la niña pasa por jugar, estar con sus seres queridos e ir a la escuela o allá donde hayan decidido que amplie sus aprendizajes.
La consulta entraría en juego solo cuando el bloqueo no se resuelva en esos ámbitos cotidianos o para cuando hay una demanda explícita de ayuda de un profesional y una motivación por parte del propio pequeño.
En caso de duda siempre queda la opción de consultar, para lo cual averiguaremos con los implicados qué les preocupa a los padres, cómo intentan ayudar a sus hijos o qué es lo que no funciona, a pesar de que en teoría y aparentemente, debería funcionar.
Cuando las cosas no van como quisiéramos no resulta inusual que los padres y/o cuidadores de los niños, o ell0s mismos, intenten reiteradamente solucionar las cosas que les pasan con sus recursos o inercias habituales.
Cuando no surge el resultado deseado a pesar de esos intentos (esa vivencia común de “ya no sé qué más hacer, lo hemos probado todo”!) y persiste el malestar al respecto es cuando podemos acudir a un profesional para revisar estas estrategias.
Permitir y acompañar adecuadamente a un niño a solucionar una situación estresante puede ser el mayor de los regalos que le podemos brindar como padres o como profesionales al tiempo que ejercemos de modelos para afrontar y manejar con mayor efectividad cuestiones futuras.